viernes, 21 de abril de 2017

Estoy jodida de la cabeza.
Lo supe en cuanto me dijiste que no funcionaría, y te besé.
¿Soy yo café?
¿Es en mi en quien piensas en las noches de frío?

Cabos.

Y cruzó por su mente la idea de atar su vida a alguien solo porque le ofrecía seguridad. En cuestión de segundos no pudo procesar la información y se dio cuenta cuán diferente e independiente era. No podía siquiera imaginar tener la fortaleza de soportar múltiples decepciones. Es así como supo con total seguridad, que prefería la soledad a una mala compañía... 

Una lágrima.

Una lagrima que se convirtió en cien más. 
Una lágrima después de sentirse muerta y vacía.

Él dañó su espíritu, él quebró sus esperanzas, la convirtió en alguien más y ahora parecía venir por más. No quedaba nada de ella... o quizá quedaba algo porque la hizo resurgir.
 
Ella estuvo radiante, su fuerza se sintió como un tornado y quiso derribar todo lo que encontrara a su paso. 

Por el desuso, sin embargo, se derrumbó y no pudo contra su propio infierno y fue ahí cuando el reconoció su culpa y fue cuando ella se sintió tan pequeña que quiso chillar.

Él lo sabía y ahora quizá lo podía perdonar. Quizá lo podría amar de verdad. 

Yo te perdono, lo pensó. 
Yo te perdono, lo dijo. 
Yo te perdono, yo te perdono, yo te perdono...

Aún lo dice y quizá lo deberá decir muchas veces más.